Camino a la Beatificación

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06 diciembre 2009

Mons. Urbanc a los jóvenes: "Déjense cautivar por María"



Con batucadas, cánticos, mucho color y alegría, los jóvenes rindieron su homenaje a la Virgen del Valle en el séptimo día del novenario en honor a la Inmaculada Concepción.
Provenientes de los cuatro puntos cardinales, llegaron hasta la Catedral Basílica para participar de la Santa Misa, que a raíz de la lluvia caída debió realizarse en el templo catedralicio, y no en el atrio de la Catedral como estaba previsto.
Del sector norte arribaron los chicos de las parroquias San Antonio de Padua y De la Santa Cruz, y de los colegios Juan Pablo II y Virgen del Valle, quienes se concentraron en la plaza Virgen del Valle.
Desde el sur llegaron los jóvenes de las comunidades parroquiales de San Jorge, Sagrado Corazón de Jesús, San Pío X, San José Obrero y San Nicolás de Bari, y de los colegios Fasta y Carmen, quienes peregrinaron desde la plaza 25 de Agosto.
La plazoleta ubicada frente al antigua edificio del Hospital San Juan Bautista fue el punto de referencia de los chicos de las parroquias San Isidro, San Roque y Jesús Niño, y de los colegios Nuestra Señora de Guadalupe y Virgen Niña, quienes emprendieron su marcha portando la imagen de San Luis Gonzaga, Patrono de los Jóvenes, precedida por niños llevando globos en sus manos.
Desde el oeste concurrieron los jóvenes de las parroquias Sagrada Familia, Corazón de María y Santa Rosa, y de los colegios Quintana y Cristo Rey, quienes se congregaron en La Alameda, bajando por calle San Martín hasta el Paseo de la Fe, con un gigantesco muñeco franciscano.


Ser testigos creíbles de la esperanza
La celebración eucarística fue presidida por el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanč, y concelebrada por el Vicario General de la Diócesis, Pbro. Julio Quiroga del Pino, el Vicario Episcopal de Pastoral, Pbro. José Antonio Díaz, el Delegado Episcopal de la Catedral, Pbro. Domingo Chaves, entre otros sacerdotes.
Durante su homilía, Mons. Urbanč pidió a las chicas y los chicos a que “se dejen cautivar con la Virgen del Valle, con la Madre de Dios, y que eso les quede marchado para toda la vida. Es una gracia pedimos en esta misa”.
En otro tramo afirmó: “Queridos jóvenes, el ser humano encuentra su verdadera realización sólo en Dios, por tanto el primer compromiso que nos atañe a todos es el de ser verdaderos discípulos-misioneros… Durante este Año Jubilar por el Centenario de nuestra Diócesis, ocupémonos de ser testigos creíbles de la esperanza cristiana. La esperanza no es sólo un ideal o un sentimiento, sino una persona viva: Jesucristo, el Hijo de Dios, El es la verdadera esperanza”.


Oración perseverante
“La oración perseverante abre el corazón para acogerlo. La oración es don del espíritu que nos hace hombres u mujeres de esperanza. En distintos momentos del día denle espacio a la oración. Está bien rezar solos, pero es más hermoso y fructuoso rezar juntos, porque el Señor nos aseguró su presencia cuando dos o más se reúnen en su nombre”, apuntó el Obispo.
Asimismo, los invitó a que “participen en la liturgia en sus parroquias y aliméntese abundantemente de la Palabra de Dios, y tengan una participación activa en los sacramentos. No olviden que la Eucaristía es fuente, centro y culmen de la existencia y de la misión de todo creyente y de cada comunidad cristiana”.

Testigos de Jesús resucitado
“Queridos jóvenes -exhortó- sean testigos de Jesucristo resucitado. Denlo a conocer a todos los que están buscando la esperanza que dé sentido a su existencia. Si Jesús es la esperanza de ustedes, comuníquenlo gozosamente con su compromiso espiritual, apostólico y social”.
“Tomen opciones que expresen su fe. No cedan a la lógica de un interés egoísta, por el contrario, cultiven el amor al prójimo… En nuestro camino espiritual nos acompaña la Virgen, Madre de la Esperanza, Ella es para nosotros modelo y apoyo”, indicó Mons. Urbanč.
En el momento de las ofrendas, una larga columna de jóvenes acercó elementos para los hermanos más necesitados. Los del norte acercaron al altar alimentos; los del sur llevaron libros; los del este, prendas de vestir, y los chicos del este ofrendaron juguetes.
Una verdadera fiesta en torno a María vivieron los jóvenes, el sábado 5 de diciembre, oportunidad en que desplegaron toda su alegría cristiana.