Camino a la Beatificación

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07 septiembre 2011

Catamarca dio gracias a la Virgen del Valle por su protección durante el sismo de 2004

El miércoles 7 de septiembre se cumplieron 7 años del terremoto ocurrido en 2004, y los catamarqueños experimentamos la protección maternal de la Virgen del Valle, presente desde hace cuatro siglos en esta tierra bendecida por su mano.
Con este motivo, a las 8.50, hora en que se registró el movimiento telúrico, se celebró una vez más la Santa Misa de acción de gracias, a los pies de Nuestra Madre del Valle. La misma fue presidida por el Rector del Santuario y Catedral Basílica, Pbro. José Antonio Díaz, y concelebrada por el Vicario General de la Diócesis, Pbro. Julio Quiroga del Pino, y varios sacerdotes del Decanato Capital.
Asistieron autoridades provinciales y municipales, legislativas, entre ellas la Señora Presidenta Provisoria del Senado, Lic. Marta Grimaux de Blanco; el Secretario de Gobierno de la Municipalidad de San Fernando del Valle de Catamarca, Dr. Juan Carlos Cerezo; delegaciones escolares con sus abanderados y escoltas; representantes de distintos sectores de la sociedad y fieles en general.
Al inicio de su homilía, el Padre Díaz expresó: “Nos hemos reunido hoy para agradecer a Dios que por intercesión de Nuestra Madre del Valle nos ha librado de los males, luego de experimentar el fortísimo temblor en nuestra tierra, que nos ha hecho cobrar conciencia de la presencia protectora, cercana, de María Santísima, a quien Ella ha elegido como su pueblo”.
Afirmó que cuando ocurre este tipo de fenómenos naturales, “cobramos conciencia de nuestra pequeñez en relación con las fuerzas naturales, que debemos asumirla como un acto de humildad y reconocimiento de que somos creaturas inmersas en un contexto de universo, donde el orden natural es enormemente superior a lo que siquiera podemos pensar. Esto nos lleva a reconocer que sólo un ser infinitamente perfecto puede sostener el equilibrio de estas fuerzas naturales. Reconocer que Dios es el ser supremo que sostiene todo no es una involución, es una evolución del ser humano, porque a mayor conciencia del orden y de la inmensidad del orden natural, el ser humano va adquiriendo conciencia de su pequeñez y, por lo tanto, reconoce la única verdad que lo sostiene”.
Refiriéndose al cuidado del medio ambiente, el sacerdote mencionó que “hay grandes movimientos que están generando conciencia de la necesidad de cuidar el planeta y de ayudar a Dios, de colaborar con Dios en el sostenimiento de su obra creadora”. “Cuando esto sucede podemos sentirnos humildes, pobres y desde nuestra pobreza podemos alabar a Dios y darle gracias por su obra salvadora”, enfatizó.

Derrumbre de valores y de la cultura
En otro tramo de su predicación, el Rector del Santuario Mariano explicó que en la Diócesis de Catamarca, “este día también estamos dando un paso hacia la última etapa de la Misión Diocesana Permanente durante este año 2011. Hemos querido poner esta fecha como una bisagra que nos abra al diálogo social”. Dijo que se trata de una “invitación a escucharnos, a dialogar, a compartir, a saber que somos un pueblo y, por lo tanto, estamos caminando hacia el fortalecimiento y la defensa del bien común y la dignificación del hombre”.
Por eso consideró que “es importante que cobremos conciencia que, así como hemos asistido a un terremoto, estamos ante una especie de hecatombe a nivel mundial de lo cual quizás todavía no nos hemos dado cuenta, porque no lo hemos sentido físicamente. Es el derrumbe de valores y de la cultura que nuestros padres han construido. Está ocurriendo, y lo más grave es que en lugar de sostener lo que hemos sostenido como Iglesia, como sociedad, como cultura, estamos no sólo permitiendo sino colaborando con ese derrumbe“.
Frente a este panorama, manifestó que “estamos convencidos que hay cosas que sólo Dios puede salvar. Pero nos ha dado la libertad para que nosotros también seamos colaboradores en la construcción de una sociedad que sea más justa, más fraterna, más solidaria, que contenga y dignifique a la persona”.