Camino a la Beatificación

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22 noviembre 2011

Misa, procesión y bendición de taxis y remises en el primer año de adoración perpetua en Catamarca

El lunes 21 de noviembre, la Iglesia de Catamarca celebró el primer año de adoración perpetua a Jesús presente en la Sagrada Eucaristía. Los festejos incluyeron distintas actividades, que culminaron con la celebración de la Santa Misa en la Catedral Basílica de Nuestra Señora del Valle, presidida por el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, y concelebrada por sacerdotes del clero local; la procesión y bendición de taxis y remises.
Una gran cantidad de fieles colmó el templo catedralicio para participar de la acción de gracias por este don preciado para la vida de todo cristiano. También brindaron un marco especial los abanderados y escoltas del Colegio FASTA Catamarca.
Durante su homilía, el Señor Obispo destacó el motivo de esta celebración eucarística, expresando: “Estamos acá dando gracias a Dios por un año de esta hermosa iniciativa en la diócesis, que es la adoración perpetua al Santísimo Sacramento y que la llevamos a cabo en la capilla de las Hermanas del Buen Pastor, a quienes agradezco su disponibilidad y también el cuidado que ellas ponen para que Cristo Jesús esté las 24 horas a disposición de todos los catamarqueños, para ir a rezar, para estar en contacto con El para agradecerle, para adorarle, simplemente para contemplarlo”.

Que Jesús sea nuestro consuelo y nuestro refugio
Mencionó que “esta tarea se la hemos confiado de un modo particular a la UNER, la Unión Eucarística Reparadora, cuyos miembros prepararon este importante acontecimiento”. Y agregó que “debemos comer el Cuerpo de Cristo, debemos estar en profunda comunión con El. Este es el núcleo de la vida cristiana”. Por ello, “agradecemos que tenemos la Eucaristía porque en ella se actualiza con toda su fuerza el misterio de la salvación de todos los hombres. Agradecemos a Jesús que se ha querido quedar para ser nuestro consuelo, nuestro refugio, para ser el amigo que nos alienta en medio de las dificultades de la vida. No sólo celebrar el misterio de la Eucaristía, sino también adorarlo presente siempre en todos los sagrarios del mundo, y como hacemos ahora de una manera particular exponiéndolo en la custodia para tenerlo presente cuanto tiempo queramos, ya no tapado con una puertita como en el sagrario sino expuesto directamente”.
Mons. Urbanc agradeció de manera particular “a todas las personas que a lo largo de este año se han organizado y se siguen entusiasmado para llevar adelante esta adoración perpetua, en su mayoría de la Unión Eucarística Reparadora (UNER)”, como así también “agradezco a las Hermanas Misioneras de la Eucaristía que nos acompañan y van apuntalando esta hermosa tarea de promover la adoración eucarística en las distintas parroquias, no sólo de San Fernando sino también en otras localidades para que en toda la diócesis pueda ir afianzándose este amor a la eucaristía”.

Procesión y bendición de taxis y remises
Finalizada la Santa Misa, los presentes participaron de la procesión con el Santísimo Sacramento, partiendo desde la Catedral Basílica, y marchando por calles República, Rivadavia y San Martín, hasta la capilla del Buen Pastor, ubicada en calle Maipú. En el trayecto, los fieles elevaron súplicas y entonaron alegres canciones de alabanza a Jesús Eucaristía.
Al arribar la columna procesional a la capilla de la adoración, fue recibida con los acordes de la Banda de Música de la Municipalidad de San Fernando del Valle de Catamarca. Allí se encontraban encolumnados más de un centenar de taxis y remises, que fueron bendecidos por el Obispo Diocesano, en un gesto de homenaje y adhesión a Jesús de parte de los trabajadores del volante.
En la ocasión, Mons. Urbanc comentó que muchos taxistas y remiseros se reúnen a rezar durante la noche, alrededor de las 3 de la mañana. “Cuando están trabajando, ellos se quedan con Jesús y así se van sumando, y hoy piden una especial bendición de los vehículos con los que trabajan”, dijo.
La fiesta culminó con el bocinazo de los coches, fuertes aplausos y la bendición final del Señor Obispo.