Camino a la Beatificación

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18 septiembre 2013

El beato Brochero estuvo en Catamarca por una gracia concedida por intercesión de la Virgen del Valle

Manteniendo fresca en la mente y el corazón la emotiva y multitudinaria celebración del primer sacerdote beato argentino, muchos son los hechos que comenzamos a conocer de su intensa vida pastoral. Datos históricos permiten afirmar que el beato José Gabriel del Rosario Brochero estuvo en tierra catamarqueña para visitar a la Virgen del Valle. En el libro "Corazón de tierra, latido del cielo", el Padre Mario Oscar Llanos, quien a su vez es sobrino del sexto Obispo  de Catamarca, Mons. Pedro Alfonso Torres Farías, menciona este hecho.
En un contacto vía e-mail con el sacerdote, quien actualmente se encuentra en Roma, comentó que “efectivamente existe una referencia directa a la presencia del Beato José Gabriel del Rosario Brochero en Catamarca para el cumplimiento de una promesa suya por la salud de Zoraida Viera, casada con Erasmo Recalde. Ambos eran íntimos amigos del Cura Gaucho”.
Asimismo, explicita que “el testimonio del hecho es de la hija de Eramo y Zoraida, Zoraida Recalde de Recalde. Ella refiere que, estando enferma su madre, el Pastor serrano, ‘hizo juntamente  con la familia Recalde una promesa a la Santísima Virgen del Valle, en Catamarca; una vez obtenida la gracia fue con el matrimonio de referencia al santuario de Catamarca para cumplir lo prometido’. [Cfr. Mario Oscar Llanos, Corazón de tierra, latido de cielo. Testamento pastoral del Cura Brochero, Rosario, Didascalia, 2011, pág. 123. El testimonio proviene del Sumarium - proceso rogatorio di Cruz del Eje, parágrafo 329.]”.

Este singular hecho de la presencia del Beato Cura José Gabriel del Rosario Brochero en Catamarca, más aún en el santuario, junto a la Madre del Valle, nos alegra y enriquece. Habla nuevamente de la devoción de Brochero a la Purísima y de su confianza en esta advocación del Valle. Podemos imaginarnos hoy su caminar por la Catedral y seguramente habrá celebrado la santísima Eucaristía. Que este testimonio de fe, que reconfortó al Beato, nos aliente y nos fortalezca para seguir también nosotros una vida cristiana y santa.