Camino a la Beatificación

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25 mayo 2014

Falleció Mons. Elmer Osmar Miani

Este domingo 25 de mayo, a las 18.05, en la provincia de Córdoba, falleció el Obispo Emérito de Catamarca, Mons. Elmer Osmar Ramón Miani, quien gobernó la diócesis catamarqueña durante 17 años. Sus restos serán trasladados a la ciudad capital de Catamarca para ser sepultados en la Catedral Basílica de Nuestra Señora del Valle.
Mons. Miani tenía 81 años de edad, cumplidos el pasado 23 de abril, ocasión en que un grupo de sacerdotes de Catamarca viajó expresamente para compartir con él este acontecimiento en su lugar de residencia, el Hogar San Camilo de Lelis, ubicado en la localidad de Argüello, de la provincia de Córdoba.
El Obispo Emérito había nacido en Villa Concepción del Tío, provincia de Córdoba, el 23 de abril de 1933. Fue ordenado sacerdote el 20 de setiembre de 1958; elegido Obispo Titular de Ceciri y Auxiliar de Córdoba, el 7 de noviembre de 1983 por Juan Pablo II; ordenado obispo el 12 de diciembre de 1983 en Córdoba por el cardenal Raúl Francisco Primatesta, Arzobispo de Córdoba (co-consagrantes: Mons. Cándido Genaro Rubiolo, Arzobispo de Mendoza y Mons. Jesús Arturo Roldán, Obispo Auxiliar de Córdoba; trasladado como Obispo Diocesano de Catamarca el 19 de diciembre de 1989, tomó posesión el 3 de marzo de 1990; renunció por edad el 27 de diciembre de 2007.

El Obispo presidirá la misa en la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús
La Iglesia de Catamarca, agradecida por su intensa acción pastoral durante su episcopado, eleva súplicas al Padre por el eterno descanso de su alma en todas las misas que se celebran en la Catedral Basílica de Nuestra Señora del Valle y los templos del territorio diocesano.
Hoy a las 20.00, en la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, donde se encuentra finalizando su visita pastoral, el Obispo de Catamarca, Mons. Luis Urbanc, presidirá la Santa Misa rogando por el alma de su antecesor.

Su despedida: “Mi corazón y mi oración no tienen otra meta que la Iglesia de Catamarca”

El lunes 28 de mayo de 2012, al día siguiente de la fiesta de Pentecostés, el Obispo Emérito de Catamarca, Mons. Elmer Osmar Miani, se despidió de la diócesis, luego de permanecer en la tierra de la Virgen del Valle durante 22 años y 17 en el gobierno eclesiástico, al que renunció debido a problemas de salud.

Desde el ambón dio su mensaje
El día anterior, celebró la Santa Misa en cuya homilía, Mons. Miani dijo: “Mi despedida transitoria de Catamarca la quiero hacer desde la perspectiva de Pentecostés. Después de 22 años de compartir con ustedes, en este momento, mis fuerzas me dicen que tengo que buscar otra posibilidad de vida. Lo que hice, lo hice, y el Espíritu de Dios sabrá discernir si lo hice bien o mal. Espero que la misericordia del Señor juzgue bondadosamente lo que hice. De ustedes me quiero despedir simplemente con un ‘muchas gracias’, y un ‘perdón’ por todo lo malo que he hecho”.

El aplauso de los presentes
Luego recalcó emocionado: “Yo no estaré aquí, pero yo soy obispo de aquí. No soy  el obispo que ejerce la responsabilidad pastoral, pero cuando me ordené obispo y cuando llegué a Catamarca, me dieron un anillo, que me decía que ésta era mi esposa muy amada. No estaré aquí, sin embargo, seguiré caminando con la Diócesis de Catamarca. Mi corazón y mi oración no tienen otra meta, no tienen otro destino, no tienen tampoco otras expectativas. Lo único que me queda como expectativa es simplemente que la Iglesia de Catamarca crezca como cuerpo de Cristo en la línea que nos mostró hoy la Carta de Pablo a los Corintios sobre el cuerpo místico de Jesucristo. Es lo único que tiene sentido, y esto es también lo único que le da sentido a mi vida ahora. Con mi gratitud, mi cariño, les dejo mis saludos, a todos, mis ‘muchas gracias’ y a todos pido perdón”.
Hacia el final imploró: “Que la Virgen del Valle sostenga, alimente, anime con los apóstoles pidiendo a Jesús la gracia del Espíritu para que ésta sea la Iglesia de Jesús ahora, aquí en la tierra, y para siempre gloriosa en el cielo, donde estaremos todos juntos con la ayuda de Dios”.

Sus palabras fueron cerradas con un fuerte y sostenido aplauso de la asamblea, que inundó el recinto sagrado.